miércoles, 15 de mayo de 2013

Capítulo III de IV













POBLAMIENTO ANTIGUO EN EL LITORAL DE 
STA. Mª.  DE OIA:
 
UNA POSIBLE INTERPRETACIÓN 
(capítulo III de IV)


Evidencias de navegación desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna

Índice capítulo III:

      2.6. - Los poblados fortaleza de la costa:                                                  
               2.6.1. - Poblado de A Cabeciña: 
                           2.6.1.1. - Conjunto de petroglifos de A Cabeciña
               2.6.2. - Coto dos Mouros.
               2.6.3. - Alto do Castelo                                                                                                        


  
 3.-  Contexto e interpretación histórica de los restos.
     




Nota: Cliqueando en los enlaces granates remito a parte de los artículos y bibliografía, para visionar mejor la entrada recomiendo ampliar la pantalla. Las medidas extraídas para el análisis de los poblados son las de los visores IBERPIX, SIGPAC y Google Earth, por tanto, aproximadas  y lineales. 





2.6. LOS POBLADOS-FORTALEZA DE LA COSTA: VIGILANTES DEL MAR




   Tres son los asentamientos que de alguna forma, parecen asegurar este territorio comprendido entre Santa María de Oia y Mougás, en línea recta unos seis kilómetros de longitud, curiosamente las dos únicas zonas que presentan puertos naturales con unas mínimas condiciones para dar cobertura a barcos en su navegación de cabotaje por esta zona del Atlántico entre la desembocadura del Miño y la del Miñor. 



Sobre la imagen de satélite spots5 del IGN podemos apreciar las dos pequeñas entradas naturales, casi gemelas lo que evidencia similar formación geológica ligadas a sendas fallas en Oia (derecha) y Mougás (izquierda). En una costa rectilínea y rocosa, abierta a la fuerza del mar, eran los dos únicos refugios costeros entre La Guardia y Baiona para que los barcos pudiesen fondear con cierta comodidad y seguridad, intercambiar mercancías y recargar víveres y también las zonas de posibles desembarcos enemigos, de ahí la necesidad de concentrar las fortalezas sobre estos dos puertos naturales. Fuente 18 IGN visor Iberpix, foto satélite spot5, del plan nacional de teledetección y G.P.H.



2.6.1. POBLADO DE A CABECIÑA




   El primero de ellos, empezando desde el Norte, se localiza en el lugar de Barcelos, parroquia de Mougás,  es el  poblado de "A Cabeciña", topónimo con el que es conocido este promontorio                    
Vista norte desde la carretera Baiona - A Guarda, de "A Cabeciña"
Foto 19: G.P.H.
                                                                                                               de 142 m de altitud. Gracias a la intervención de la Comunidad de Montes de Mougás es uno de los pocos yacimientos visitables de todos los que hay en esta zona, pues han procedido a la tala de eucaliptos y pinos permitiendo ver la estructura fortificada del mismo y las vistas espectaculares de gran parte de la costa. 







Vista de "A Cabeciña" y del área portuaria en Mougás, el castro fortificado cierra el acceso terrestre por el norte y al mismo tiempo controla desde la altura la zona del puerto de Mougás, desde su cima hay una perfecta visibilidad de toda la línea de costa, situado, por tanto, en un punto estratégico que no se eligió al azar. En el catálogo de Patrimonio del Concello de Oia, señalan sus autores, el hallazgo de cerámica romana en el entorno de la desembocadura del río Mougás, evidencia de un posible yacimiento relacionado con salinas y el  fondeadero de época romana. Fuente: 20 Fotos Oblicuas del Plan de Ordenación del Litoral de la Xunta de Galicia. Edición G.P.H.













    La estructura de este castro es el de una atalaya defensiva, sobre este promontorio se ha levantado un poblado con un muro defensivo y un talud en su zona Este, de unos 10/15 metros de  altura, este gran muro recorre unos 100 metros de longitud y protege un recinto de unos 5.500 m² de superficie, contiene en su interior tres recintos perfectamente distinguibles:
Estructura del poblado sobre el mapa de pendientes, vemos sus recintos habitacionales en dos niveles, el inferior es el más grande y está orientado al sur, por lo que sus muros protegen del viento norte a sus pobladores, al mismo tiempo permite perfecta visibilidad sobre el fondeadero de Mougás, la costa hacia Oia y la vista con los otros dos poblados fortificados, el único poblado con esa visibilidad, pues entre los otros dos no hay contacto visual  .Fuente: mapa pendientes del Sitga-Ideg Xunta Galicia y G.P.H.
 el primero de ellos, está delimitado por un muro-talud de unos 60 metros, conformando un recinto de unos 2.000 m²  orientados al sur, es la zona de hábitat principal, un tercer muro separa una segunda terraza y la corona del poblado integrada por unos batolitos rocosos sobre los que podemos ver pilas naturales junto a un molino rupestre fijo, propio de la Edad de Bronce, y es que si por algo especial se caracteriza este asentamiento es por presentar restos interesantes de esta etapa con un conjunto de petroglifos excepcionales, lo que nos indica la pervivencia y el uso de un hábitat a lo largo de milenios y que luego me detendré analizar.

Vista norte de A Cabeciña. Foto: G.P.H.














Panorámica del recinto grande de "A Cabeciña" desde el sur, con 2.000  ofrece una gran habitabilidad, rodeado por los muros este (derecha) y norte (izquierda foto) que lo separa del segundo recinto más pequeño. Al fondo el "alto da Oliveira" de 402 m de altitud y detrás, fuera de campo visual, se levanta "O Facho", sugerente topónimo que indica su uso como guía en la navegación con sus 430 m de altitud. Foto 21 G.P.H.




mortero rupestre en la corona
del castro. Foto 23 G.P.H.
Pila natural retocada en las cercanías
del recinto fortificado. Foto 22 G.P.H.

Visibilidad desde la fortaleza de A Cabeciña: la elección de este promontorio como un punto clave de la defensa de la costa parece evidente a la vista de la fotografía, al mismo tiempo permite establecer una relación directa con las otros poblados fortificados, no parece ser fruto de la casualidad esta conexión visual, sino que respondería a la función de protección y vigilancia de la costa y por tanto de esta ruta de navegación costera. Pudieron funcionar como apoyo a esa navegación, faros, y defensa del territorio ante posibles ataques. Algo que se repetiría a lo largo de la costa gallega, donde hay otras asentamientos similares, como el castro do Facho en Donón. Al sur detrás del alto de Torroso (sin visualización directa) se encuentra el oppidum del Tegra (Mons Teurega), el gran poblado que corona este tramo de costa presidiendo majestuoso la desembocadura del río Miño. Foto 24 . edición G.P.H.

   
    En el aspecto defensivo destacar la existencia de un foso excavado en la roca viva por el naciente y que se extiende pendiente abajo por ese lado del monte.

Vista desde "Coto dos Mouros" de "A Cabeciña", en línea recta unos 2.200 m, foto realizada con teleobjetivo. Identificación e interpretación de su estructura: 1: Muralla defensiva este, 2: Foso, 3: Recinto inferior, 4: Muro interior, 5: Recinto superior, 6: Corona, 7: situación de los Petroglifos de A Cabeciña. Foto 25 y edición G.P.H.

Detalle del foso este, excavado en
roca viva, encima parte de la muralla.
Foto 26: G.P.H
 
Camino de acceso que cortó el muro
dejando a la vista los sillares irregulares
foto 27 G.P.H.
Los muros, hoy derruidos, presentan sillares de piedra irregulares con predominio de formas lenticulares y sin signos evidentes de cantería reciente, lo que indica su antigüedad. En la visita realizada para este trabajo pude localizar en su superficie pequeños restos cerámicos de posible época romana. alguno perteneciente a un vaso de paredes finas, posiblemente de importación a través de comercio marítimo, en el recinto superior localicé un molino navicular entero de grandes dimensiones y la mitad de otro y una muela de moler para molino navicular, seguramente reutilizados en la muralla y que la limpieza del monte puso a la vista.

Molino navicular de "A Cabeciña", localizado en el segundo recinto, seguramente se halla en superficie porque formaría parte de los muros, es decir que en algún momento fue desechado y perdió su función, siendo reutilizado como material de construcción. Una pieza que nos indica la antigüedad relativa de este asentamiento. Para evitar su robo o deterioro puse en conocimiento del Ayuntamiento, así como al presidente de la Asociación de amigos del Monasterios de Oia, Javier Costas Goberna el hallazgo, para que pudiesen proceder a su recuperación y custodiaFoto 28 G.P.H.


 Todo esto nos habla de un origen, como mínimo, en la  Edad de Hierro, pero asentado en un espacio que entronca con la Edad del Bronce, pues posee un conjunto de petroglifos y batolitos con  "pias" y rocas de aspecto zoomorfo que indican un lugar de especial valor simbólico desde el pasado, un probable origen en la  fase Iª castreña (S. VIII a.C.),  para este poblado fortificado, que da protección al tramo norte de esta costa de Oia correspondiente a Mougás.  
Muela de molino navicular del castro de "A Cabeciña", en Barcelos, Mougás
Sta. Mª de Oia. Pontevedra. Fuente foto: G.P.H.
   Sabemos que en un mapa de principios del siglo XVIII aparece señalado en este pico una fortaleza con el nombre de "Cabestán", en esa época seguía ejerciendo una  función de tipo defensivo relacionado con la navegación y la protección de este territorio, lo que evidenciaría un largo periodo de uso y reutilización. Este hecho parece indicar la existencia de un auténtico "complejo defensivo" en este tramo de costa, cuyo arranque podría estar en la época romana, o medieval, a partir de la formación en la Alta Edad Media de la "Terra de Turonio" y después continuando con la fundación del Monasterio de Oia en 1137, como encargado de la protección de la costa, frente a ataques de posibles enemigos, turcos, sarracenos, portugueses (hoy buenos vecinos pero antaño ambos estuvimos  más tiempo con la espada que dándonos la mano) y piratas norteños (anglos, francos, normandos), de hecho, es el único monasterio cisterciense ubicado en pleno puerto y  armado con cañones para repeler el ataque de buques enemigos.


A Cabeciña vista Norte


   A lo largo del presente estudio trataremos de acercarnos a esta hipótesis con las limitaciones lógicas de un trabajo de divulgación general que no puede tener la profundidad y el tiempo que requeriría  demostrar estas hipótesis, para eso se necesitaría acompañarlo con excavaciones sistemáticas de los yacimientos, labor que quedará para los arqueólogos del mañana.

Castro de A Cabeciña
Ese mañana ya es hoy, puesto que han comenzado las excavaciones arqueológicas en este yacimiento en los meses de febrero y marzo de 2015,  con la realización de cinco catas que ya han dado muestras de la información valiosa que encierra a Cabeciña, esperemos que tengan continuidad en los próximos meses y años y que puedan quedar a la luz los restos que encierra este yacimiento para disfrute de todos, desde aquí animo a que sea así.

A Cabeciña vista desde el sur. Foto 29: G.P.H.



Panorámica de la costa de Oia con el castro de A Cabeciña 


2.6.1.1. LOS PETROGLIFOS DE A CABECIÑA: UNA VENTANA ABIERTA AL MUNDO SIMBÓLICO DE LA EDAD DE BRONCE

   Si de por sí ya es interesante el poblado, se suma a este conjunto arqueológico unos petroglifos muy valiosos que enriquecen el valor patrimonial de este lugar, indicándonos un uso de este sitio desde tiempos muy remotos, por lo menos desde la Edad de Bronce. Los petroglifos de "A Cabeciña" se hallan en el borde exterior SE del castro, en unas lajas graníticas que se asientan sobre un grupo de batolitos que presentan algunas particularidades llamativas, pues hay varias rocas que poseen formas zoomorfas, de todas ellas destacaría una gran roca que se asemeja a una gran cabeza y justo detrás de ella se sitúan los grabados sobre dos lajas planas, orientadas sur/norte.


Paneles con los petroglifos de A Cabeciña, observamos que las rocas han sido limpiadas y recuperadas en una labor realizada por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes de Galicia en julio del 2012, por encargo de la Comunidad de Montes de Mougás y la autorización de PatrimonioFoto 31: G.P.H.

Gran roca en "A Cabeciña", con rasgos zoomorfos, vista de frente parece la cabeza de un gran ofidio y de perfil parece una cabeza humana. Justo detrás de esta roca se encuentran los paneles con los petroglifos, ¿tendría algo que ver la elección de ese sitio con la existencia de esta roca?, ¿la verían los hombres del Bronce como nosotros lo hacemos?, son preguntas que tal vez nunca tengan respuesta. Foto 30 G.P.H





 El panel principal presenta una seria de círculos concéntrico, óvalos y semicírculos concéntricos entrelazados, Jose Luis Galobart los denomina "formas candelabro" y los considera como posibles representaciones antropomorfas. Otros investigadores, como Antonio Madroñero, los interpretan como posibles representaciones de hornos para fundir el estaño y el cobre, así lo defiende en su interesante libro sobre los petroglifos y la metalurgia del estaño y que después comentaré brevemente.
Motivos del panel principal. Foto 32 y montaje G.P.H.






Semicírculo concéntrico con coviña
 central con seis brazos. Foto 33 G.P.H.


Segundo panel con pequeño círculo
Foto 34: G.P.H.

  Al lado de este panel se extiende otro de forma similar, pero sólo conserva un pequeño círculo concéntrico y justo en su parte superior  presenta una roca perforada por acción erosiva y  humana y que, desde mi punto de vista, muestra signos de cantería primitiva, pues por su  lado norte, no presenta el mismo nivel de erosión ni la misma pátina que el frontal, lo que indica que fue cortada y movida a ese punto intencionadamente, como si quisieran integrarla en el discurso simbólico que  los grabadores quisieron 

Roca cortada y colocada intencionadamente sobre el panel, en
esta vista frontal parece un simple casquete con un agujero
 natural  retocado, lo interesante es que protege un círculo
 grabado,  apenas perceptible. Foto 35: G.P.H.
 Círculo cubierto por la roca. Foto 36: G.P.H.
transmitir.
   Justo debajo de ella se aprecia un pequeño círculo concéntrico apenas perceptible.

   Lo interesante de esta roca es que si la vemos desde la perspectiva Sur parece un simple casquete con su superficie erosionada por su exposición milenaria a la intemperie y con su "ventana" perforada fruto de la erosión (tafón, aunque los tafones que suelen encontrarse en los granitos suelen producirse según Vidal Romaní, en el proceso de lento ascenso hacia la superficie terrestre a más de 20 kilómetros de profundidad, por tanto no influye la erosión diferencial si no procesos internos de caracter intrusivo)  y acción humana, pero si la observamos desde el lado Norte, tiene una cierta forma zoomorfa, a modo de primitivo verraco (un jabalí o cerdo) o un oso pétreo, apoyado sobre sus patas, de tal forma que el arco que describe su panza, permite pasar por debajo a una persona sin problemas, y ahí grabaron un pequeño círculo concéntrico, apenas perceptible hoy día.

Perspectiva norte de la roca, sorprende su aparente forma zoomorfa, tal vez fruto de la casualidad, nos recuerda a un primitivo verraco (cerdo o jabalí) o a un oso, también apreciamos que esta roca fue arrancada por cantería y colocada ex profeso en este punto, orientando su ventana hacia SSE 147º, de ahí que suponemos que pueda tener una intencionalidad simbólica, unida a determinados ritos que se nos escapan, aunque nos permiten elucubrar con los mitos relacionados con el paso a la madurez o con el mito de la muerte y el paso de las almas a la ultratumba, en el que muchos animales eran considerados como psycopompos, es decir conductores y guías de las almas de los muertos al más allá.  Foto 37 y montaje: G.P.H.













Agujero intencionado en la esquina inferior
 derecha. Foto G.P.H.
Orientación de la roca y su ventana, 147º SSE.
foto: G.P.H.
Es posible que esta forma no fuese intencionada, pero resulta tan sugerente, que llama poderosamente la atención. Si pensamos en el esfuerzo que supuso cortar y mover esta roca tan pesada,  su ventana apunta al SSE 147º, da la sensación que la situaron conscientemente con esa orientación, pues presenta una cuña pétrea en uno de sus lados para impedir que se mueva. En su base derecha presenta un agujero intencionado que desconocemos su posible función y motivación.
Pila natural retocada con canal de salida.Foto:
G.P.H.

Cuña pétrea en la base de la roca .Foto: G.P.H.
Sobre las superficies de otras rocas se advierte la existencia de pilas naturales aparentemente retocadas, como si constituyese un santuario rupestre sobre el que se realizarían distintos ritos.
   No olvidemos que en esas pilas se podían realizar diferentes actividades entre las que se podrían encontrar el lavado del mineral de estaño.
   En el acceso al recinto superior del poblado hay una roca totalmente agujereada, en la que intuimos erosión natural y acción humana.
Roca perforada en el recinto superior de
"A Cabeciña" Foto G.P.H.
Interior de la roca horadada. Foto G.P.H.










Aquí podemos ver el lugar donde se cortó la roca de aspecto zoomorfo, se desplazó menos de un metro, tal como apreciamos en la foto, pues es muy pesada. Da la sensación que en el proceso de cantería para cortar la pieza, se pudo utilizar fuego, enfriando con agua la roca para ayudar a fracturarla. Foto: G.P.H.



Representación de una cabeza de cerdo, en un canecillo situado en el centro de la cornisa, en la cabecera de la Iglesia de Mougás, el único que se conserva como testigo de la existencia de una antigua capilla de época románica, la cruz nos indica el triunfo de Dios sobre el pecado. Descifrar el mensaje contenido en el arte medieval es relativamente fácil, pues conocemos sus claves, hacer lo mismo con el arte de la Edad de Bronce, de los petroglifos atlánticos de hace 3.000 o 4.000 años, es ciertamente una labor prácticamente imposible, al menos nunca tendremos completa certeza . Foto 38: G.P.H.
    
Dibujo de los grabados de "a Cabeciña". Fuente:Costas Goberna.
   Resultaría interesante la posibilidad de reflejar intencionadamente un animal como el jabalí, animal totémico por excelencia en la Antigüedad, relacionado con ritos de paso a la edad adulta, a través de su caza se alcanzaba el estatus de guerrero (ej.: escenas en vasos pintados ibéricos), o vinculado a ritos de paso de la vida a la muerte, pues en muchos mitos europeos y mediterráneos se considera un animal psicopompo, es decir, un conductor del alma de los muertos al mundo de ultratumba, con ese significado lo vemos en el famoso sepulcro del conde Fernán de Andrade, donde un oso y un jabalí pétreos, sostienen el sepulcro de este noble de finales de la Edad Media. La mitología griega nos dejó mitos como el Jabalí de Calidón enviado por la diosa Artemisa o el de Erimanto ligado a los trabajos de Hércules. El jabalí en aquellas sociedades antiguas debía ser un animal admirado y temido por su fuerza, resistencia y valentía, y al mismo tiempo odiado por su capacidad para destruir las cosechas.
   Al llegar el cristianismo, en la Edad Media el jabalí y su derivado doméstico, el cerdo, fueron empleados como símbolos de pecados capitales, como la lujuria  por su enorme fertilidad, la gula, por su hambre omnívora, la ignorancia y la falta de medida por su costumbre a hozar en las inmundicias y retozar en sus propios orines y porquerías.
   Evidentemente interpretar los petroglifos del Bronce no deja ser una quimera, pues reconstruir el sentido de estos grabados es prácticamente imposible; como declaro en la presentación del blog, se trata de buscar respuestas que tal vez jamás serán halladas, pero no por ello tenemos que dejar de buscarlas.


El excepcional petroglifo del río Vilar en Pedornes, junto con otros dos barcos grabados en rocas próximas, prácticamente desaparecidos por la erosión, son evidencias claras y únicas de navegación antigua en estas costas de Oia. Naves de tipología mediterránea, que nos dicen que los contactos con esta zona fue muy temprana, concordante con lo que las fuentes clásicas indicaban y puede que mucho más antiguas de lo que estas señalaban. El comercio del estaño está detrás de estos viajes, seguramente estacionales. El barco del río Vilar semeja un Hipoi fenicio, o en su caso, según D. Miguel  Martín,   podrían ser naves indígenas con soluciones mediterráneas incorporadas a las mismas, para el ya fallecido F. Alonso Romero en su magnífico trabajo sobre la navegación atlántica, lo considera egipcio, y lo lleva nada más y nada menos que al III Milenio (2400 a.C.). Antonio de la Peña y Costas Goberna lo relacionan con Creta, o Grecia, llevándolo al paso entre el III y II milenio a.C.  En todo caso es un resto que en Gran Bretaña, Francia, Alemania, o Suecia estaría entre algodones, aquí desgraciadamente siguen pasando por encima kilos de roca y agua, después resulta absurdo contemplar algunas normativas de Patrimonio respecto de los petroglifos. Foto 39. G.P.H.
   Los petroglifos atlánticos no se pueden explicar al margen de la metalurgia, de la primera minería y especialmente del comercio del estaño que la Edad de Bronce provocó (no hay bronce sin estaño), conectando el mundo mediterráneo y el atlántico europeo. La costa noroeste peninsular jugó un papel destacado como zona de paso obligada y centro de suministro del estaño, escaso en el Mediterráneo pero abundante en el norte de Portugal, Galicia e islas británicas, ahí está la clave que explica ese comercio marítimo de cabotaje desde hace milenios, que conectará la costa atlántica gallega con la influencia de pueblos mediterráneos, griegos, fenicios y púnicos, de la que tenemos una muestra sensacional en el petroglifo del río Vilar y cientos de evidencias en los materiales fenicio-púnicos localizados en los castros litorales del Noroeste (cuentas de pasta vítrea oculadas, ánforas, cerámicas finas y de lujo de procedencia mediterránea, bronces, armas y otros objetos). Estas relaciones caracterizarán el mundo del Bronce atlántico Final, y será el elemento catalizador para el surgimiento del mundo castreño.

   Señalé más arriba un libro de un especialista en metales, físico del CSIC, Antonio Madroñero de la CalUna posibilidad de rastreo de los orígenes de la metalurgia del estaño en España. Cuadernos do Seminario de Sargadelos, Edicións do Castro 1994, un interesante trabajo sobre la importancia del estaño en el mundo antiguo y su influencia en la aparición de los grabados rupestres, de hecho interpreta gran parte de los mismos en relación a los trabajos metalúrgicos y al comercio de estaño, una clave que podría ser llave para entender un poco más este oscuro y difícil mundo del arte simbólico rupestre. Sin llegar a compartir todas sus propuestas, me parece que ofrece un punto de partida válido para acercarnos desde otros ángulos al mundo de los metales durante la Edad de Bronce y su relación con los petroglifos. En ese comercio, basado en navegación de cabotaje, las costas de Oia fueron partícipes desde hace milenios y se potenció todavía más bajo el Imperio romano, aunque ya diversificando los productos objeto del comercio. El mar fue parte del desarrollo de este tramo de costa durante la Antigüedad y Edad Media y explica la concentración de decenas de poblados y asentamientos repartidos por todo su litoral. Pero por él también entrarían los peligros y de ahí la necesidad de defender estas costas con promontorios-fortaleza.


2.6.2. COTO DOS MOUROS


   El Segundo Poblado de este posible complejo defensivo, lo encontramos en "O Coto dos Mouros", conocido también con el topónimo de "Cano dos Mouros".
Castro de "Coto dos Mouros", visto desde el NE, sobre un pico justo en el borde de pendiente se levantó este pequeño poblado fortaleza, aquí vemos el talud de su muro, y la carretera que pasa a sus pies. Foto 40: G.P.H
   Como el anterior se trata de una atalaya defensiva, situada en el monte de Cubelas, en la parroquia de Viladesuso sobre un pequeño pico a 294 m de altitud, justo en el borde del espolón de una faceta triangular, desde él se domina todo el valle de Viladesuso y gran parte del de Mougás, otra ubicación muy estudiada y que no fue fruto del azar. Como el de A Cabeciña su orientación es hacia el sureste, presenta un tamaño más pequeño, su superficie total es de unos 3.700 m², contando su terraza secundaria.
Lado noroeste del castro con su terraza secundaria y la corona rocosa, aquí la muralla se extiende ladera abajo, formando un parapeto defensivo que en total llega a los 170 m de longitud. Foto 41 G.P.H.

Restos del muro norte, Castro Coto dos Mouros o Cano dos Mouros. G.P.H.
Su sistema defensivo consta de una muralla similar a la de A Cabeciña en cuanto tipo de sillares y modelo constructivo, piedras lenticulares o planas, someramente trabajadas y asentadas a mano, de unos 170 metros de longitud, con una altura de unos 6 a 10 m en su estado actual, cierra el castro por el NE, y es posible que poseyese un foso en esa zona, pero la carretera que sube de Mougás a la Grova debió hacerlo desaparecer. Por el noroeste continua la muralla de ahí que sea tan larga y se intuye la prolongación de un pequeño foso, desdoblándose al formar una pequeña terraza secundaria. Al igual que en Cabeciña. por el sur la defensa viene dada por la pronunciada vertiente montañosa. Su superficie llena de vegetación impide apreciar las estructuras y tampoco se aprecian restos de cerámica que permitan al menos constatar alguna etapa histórica en su uso, ya que podría abarcar desde el Bronce hasta la Edad Media. Aunque hay referencias verbales de la aparición de pequeños trozos de cerámica castreña.

Vista oeste de Coto dos Mouros. G.P.H.
   No olvidemos que estos restos se encuentran en pleno centro de lo que fue la Tierra de Turonio, sufrió además la invasión sueva y la posterior conquista visigoda, que tuvo como última fase, posiblemente, la toma de éste territorio. A esos hechos de la Alta Edad Media se suma la creación del Monasterio de Oia, señor de estas tierras a partir del S. XII., por lo que estas atalayas,  pudieron sumar varias épocas a lo largo de su Historia, pero resulta imposible confirmarlo o descartarlo sin una investigación más profunda  que implicase estudios en detalle de documentos, archivos y la excavación sistemática de estos asentamientos que requieren otro nivel de trabajo mucho más profundo y costoso que el simple nivel de prospección y divulgación.

Interpretación de las estructuras del castro sobre la foto satélite de Google Earth: 1: Recinto habitacional, 2: Corona rocosa, 3 Terraza secundaria, 4: Foso,  5: Muralla defensiva , 6: Muro Interno, 7: Entrada al recinto desde la terraza, 8: Posible entrada exterior. Desde su elevada altura se domina una enorme extensión del horizonte marino y se puede ver perfectamente la Cabeciña, por lo que no habría problema para poder para comunicarse visualmente con señalesFuente: Foto 42, Google earth , Mapa Pendientes del Sitga-Ideg, Xunta de Galicia. Edición y montaje G.P.H





 Vista norte desde Coto dos Mouros, al fondo se ve " A Cabeciña" 
 N 327º, y encima los altos de Oliveira y O Facho . Foto 43:   G.P.H

   Al ocupar un sitio tan elevado sería fácilmente visible desde el mar en caso de que sirviese como faro y guía dentro de un sistema de navegación en tiempos romanos, medievales y modernos.
   Presenta un recinto habitable de unos 1.000 m² y, aunque está libre de arbolado, está repleto de tojos que dificultan su visión, muy limpio si lo comparamos con los poblados de base de ladera que, ya adelanto, están en una situación impracticable.

   A unos 500 metros de distancia se encuentra un picadero y justo pegado a la carretera una roca con cazoletas y un ajedrezado. Un poco más arriba, en el Alto das Veigas se hallan más petroglifos y entre ellos otro barco. Toda esta vertiente oeste de la Grova esta plagada de cientos de petroglifos.

Vista de "A Cabeciña" desde Cano dos Mouros, se distingue su corona, el recinto superior e inferior, con su potente muro-talud y su foso remarcado por la sombra de luz rasante. G.P.H.

El castro do Coto dos Mouros visto desde el sur, los dos picos
del  coto enmarcan el recinto habitacionalFoto 44 G.P.H.
Petroglifo del picadero con cazoletas
coviñas y un ajedrezado. Foto 45 G.P.H.





    Esta atalaya ocupa más o menos el centro de esta zona costera, situada entre la grandes  fortalezas de A Cabeciña al norte y la de O Castelo al sur, parece concebida para salvar ángulos muertos entre las atalayas anteriores y encima del valle de Viladesuso. En este valle hallamos una importante concentración de poblados castreños o galaico-romanos, cuatro asentamientos con dos relativamente grandes, a Cividá en Preáns y os Castros en Serraseca, además de otros restos romanos dispersos (han aparecido cerámicas romanas en el entorno de la desembocadura del río Mougás, posible salina) y la existencia de una posible villa romana o vicus, evidenciada por el topónimo villae sursum (villa de arriba), localizada en As Moreiras.

 En primer plano el recinto habitable del castro, rodeado por tres lados por su muralla, salvo el sur que, por su enorme desnivel, no necesitaría esa protección adicional. Vemos como su superficie empieza a ser "comida" por la vegetación, en unos años no se apreciará prácticamente nada. En primer término destacan las piedras diseminadas de la muralla, y formas más bien planas y lenticulares. El paisaje de fondo corresponde al alto das Veigas y a las cimas y mesetas del interior de la GrovaFoto 46: G.P.H.








"La silla del rey". Foto 47: G.P.H.
    La tradición oral conserva unas historias relacionadas con los "mouros" del castro, parece ser que desde su corona, sentado en una roca que llaman la silla del rey, se sentaba un rey de estos lugares para contemplar cómo se ponía el sol todos los atardeceres, la "silla" en cuestión es una roca de la corona del castro, que las labores de cantería rompieron dándole una forma parecida a un trono. Tengo dudas de que tal leyenda sea cierta, pues es posible que sea un relato contemporáneo, de hecho observo en el estudio de campo que el folclore sobre estos restos está muy contaminado por el discurso  actual, algo común en la sociedades "postcontemporáneas",   lo que si es cierto, es que desde este coto, las puestas de sol son una experiencia casi mística, como sucede por otro lado en todas las vistas desde esta hermosa línea litoral.

Anochece en el Coto dos Mouros: el sol se pone sobre un manto de fuego, el silencio no consigue imponerse al son distante de las olas, un mar de lava se estrella en las rocas, y por un momento, un sólo segundo convertido en milenios, viajo a otro mundo,  sentado sobre  el trono pétreo, me transformo en el  rey de esta costa, pero al instante me despierto del sueño.  Foto 48 G.P.H.







2.6.3. ALTO DEL CASTELO O DEL CASTRO

   La tercera fortaleza que cierra y asegura este tramo la encontramos al sur, a casi seis kilómetros del Coto dos Mouros y siete y medio de A Cabeciña, se trata del poblado del Alto do Castelo situado en Chavella, Sta. Mª de Oia, a una altitud de 477 m. Un topónimo de origen medieval pero que en muchos casos remite a castros de la Edad de Hierro, al lado de este coto hay otro alto conocido por Alto do Castro dos Mouros, en el que aparentemente no hay ningún resto evidente de hábitat ni señales de intervención humana, salvo un par de petroglifos y varias decenas de "pias" y cazoletas, por lo que no sería de extrañar que ese topónimo esté haciendo referencia al poblado anterior, y que éste al pervivir su ocupación en la Alta edad Media cambió su topónimo por el actual. Sus medidas son: eje N/S 104 m eje E/O 50 m, su planta es de tendencia  triangular.

Foto interpretación de la estructura del Castelo, sobre el mapa de pendientes, y sobre la foto de satélite de Google Earth: La muralla protege el castro por el este, la zona de más fácil acceso, en su interior distinguimos una corona artificial, levantada sobre un lecho de piedras acumuladas artificialmente, como si se tratase de una torre, hay referencias de la Edad Media que señalan que este sitio tenía una gran torre de 60 m, creemos que en ningún caso este dato se corresponde con la realidad histórica, torre parece que si hubo pero no de esa altura. Hay dos recintos: uno superior que rodea la corona del castro y otro más grande, orientado hacia el norte, desde donde hoy día se lanzan los parapentistas que usan la altura de este yacimiento para lanzarse al vuelo. En la esquina NE se hallan unas estructuras difíciles de interpretar, creo que responden a un refuerzo del cierre por ese lado del poblado, se trata de una serie de grandes piedras hincadas en el suelo, formando una especie de muro o cerca de cierre y justo en la base externa de la muralla, en ese ángulo se colocaron  cinco piedras hincadas y alineadas norte/sur, como si marcasen un acceso primitivo al asentamiento, o tuviese alguna otra función de carácter defensivo. Por último en su extremo norte se localizan una serie de estrechas terrazas que nivelan la empinada vertiente para aprovechar algo más el espacio disponibleFuentes: Google Earth Foto 49, mapa pendientes del Sitga-ideg Xunta de Galicia, montaje e interpretación G.P.H.
































  Las defensas de este castro vienen marcadas por una importante muralla, hoy arruinada y convertida en un imponente  parapeto de unos 100 m de longitud y 10 m de altura que se levanta por el Este, asentada sobre el borde del  promontorio rocoso,  protege un poblado de unos 5.000 m²,

Vista desde el sureste del promontorio de O Castelo, destaca su imponente muralla levantada en el borde del pico para elevarla todavía más sobre el entorno, apréciese su tamaño comparado con el auto, la necesidad de dar defensa por este lado, volcado hacia el monte inmediato, provocó la necesidad de levantar una gran muralla, igual que en los otros dos castros. En este caso no parece poseer ningún foso, tal vez por que el suelo es de pura roca. Hacia el norte observamos cómo se extiende la línea de costa, las vertientes verticales de la sierra y las cimas amesetadas del interior de la Grova, con el Castelo de Lousado al fondo a la derecha. Foto 50: G.P.H.





en el que distinguimos una corona perfectamente marcada, elevada sobre una plataforma de piedras irregulares de gran tamaño, toscamente trabajados; da la sensación que en este punto hubo una torre, quién sabe si funcionó como faro y guía para la navegación o atalaya de vigilancia, o ambas cosas a la vez.

Corona del Castelo, con forma ovalada, en primer plano se aprecia el anillo de piedras empleadas para elevar y nivelar esta estructura, posiblemente es la base de una torre hoy destruida, por toda su base hay restos de rudimentarios sillares, seguramente muchos de los mismos, fueron usados como cantera para otras construcciones en épocas más recientesFoto 51: G.P.H.









                                              Al ascender al poblado por la pista abierta en el muro
Estructura interna de la muralla expuesta por el corte
 producido por la pista de acceso, formada por lajas
planas de piedra  de  pequeño  tamaño  y  cascotes, 
resultado de una labor cantera primitiva.Foto52: G.P.H.

  Pista de acceso abierta hace años en
  la muralla  Foto 53: G.P.H
.
entramos en un primer recinto  que bordea la corona, no muy extenso, para continuar hacia su zona norte, donde se extiende un recinto inferior, mucho más grande. Resulta llamativo que acondicionaran el monte justo con esa orientación, de tal forma que la visibilidad hacia el poblado
 de A Cabeciña es  perfecta, éste, a su vez,  tiene su recinto, orientado hacia el de O Castelo. En estas fotos podemos ver esta característica como si fuese pensada para tener una visión permanente entre ambas fortalezas
                          

A Cabeciña vista des O Castelo, distante unos 
7 km en línea recta. Foto: G.P.H.
Vista del Castelo desde A Cabeciña.
Foto 54 G.P.H.

                      
                                           



Vista del recinto inferior, la zona más grande y desde dónde hoy se lanzan al vuelo los parapentistas, aprovechando su pendiente ligeramente inclinada..Foto 56. G.P.H.





























 Vista de conjunto, superficie insculturada en primer
 término, al fondo la fortaleza.del Castelo. Foto 59:  G.P.H.
Petroglifo de Castro dos Mouros, a unos
400 m al E de o Castelo 
.Foto 58: G.P.H.

En su límite norte, lleno de tojos y difícil de examinar, se distinguen una serie de terrazas secundarias que ponen el límite en esa zona al poblado. En su esquina NE se aprecia todavía los restos de una posible cerca realizada con grandes piedras, cortadas de una forma muy rudimentaria y simple que parecen cerrar el acceso por esa zona, o incluso parece que pudieron funcionar como una entrada secundaria al poblado.

Posible cierre de acceso al Castelo en su esquina NE, la piedra más alta muestra una cierta forma antropomorfa,  o ¿será un guardián de piedra? Foto 60: G.P.H.

Zona NE del Castelo: las flechas marcan la situación de las piedras
hincadas y  en líneas rojas la muralla y su talud actual. Foto y montaje

Google Earth y G.P.H.
Piedras hincadas en el borde NE exterior
 del poblado. Foto 61: G.P.H.
 Curiosamente a los pies de la muralla en esa misma zona hay hincadas 5 grandes piedras que parecen señalar una posible zona de entrada, o tal vez tuvieron una función de tipo defensivo para reforzar un punto más débil de las defensas del poblado. Todo el castro está plagado de restos de piedras y sillares irregulares, similares a las de las otras dos poblados fortificados, comparten incluso similares tipos de murallas y una parecida distribución de su espacio interior, lo que nos permite aventurar que pueden ser construcciones que responden a una época coetánea, o que se reutilizaron  en algún momento de la Historia, con una clara función defensiva de este tramo de costa, tanto para vigilar y guiar la navegación costera como para prevenir desembarcos y ataques desde el mar, al mismo tiempo que protegen los accesos de la costa hacia el interior de la sierra de la Grova.
   Desde luego si su origen fue la Edad de Hierro da la impresión que en la Edad Media pudieron ser reutilizados como fortalezas, protegiendo el interior de la sierra de la Grova, ese territorio conocido como "Tierra de Turonio", en su interior se levantan otros castillos o fortalezas altomedievales, como el Castillo del monte Lousado, el de monte Castelo y castros y asentamientos antiguos como el de "A Cividade" en Os Campos, Burgueira.




















3. CONTEXTO E INTERPRETACIÓN HISTÓRICA DE LOS RESTOS


 Las vistas desde esta fortaleza de O Castelo son realmente espectaculares, domina toda la costa hacia el norte y controla todo el valle de Oia, con su maravilloso Monasterio protegiendo el puerto.
   No nos extrañaría que toda estas fortalezas se hayan reutilizado en época altomedieval, para protegerse de los tiempos inseguros que trajo las invasiones germánicas y después las sarracenas y vikingas, no podemos dejar de lado la existencia en este área de lo que se va a denominar "Terra de Turonio", pudiendo pervivir para proteger el Monasterio y todas las tierras que a él pertenecían, centrándose en el tramo de costa entre Mougás y Oia porque es ahí donde se encuentran los únicos puertos disponibles en esta línea de litoral, y por tanto los puntos factibles para el desembarco de grupos enemigos, dando así continuidad a unas atalayas que seguramente hunden sus raíces en tiempos de la Edad de Hierro.
Vista desde O Castelo del puerto y el Monasterio de Oia, desde sus 480 m de altura domina el valle. En la orilla de la pequeña bahía, que conforma este puerto natural, se alza orgulloso este Monasterio cisterciense, casi 900 años abrazando las aguas a veces bravas, otras mansas, de un océano Atlántico que fue una vía por la que entró riqueza y violencia al mismo tiempo. Por ello los monjes de este Monasterio oiense, mientras ganaban el cielo con sus Orant et Laborant, preparaban los cañones y las armas, dispuestos a defender aquella cala de ataques sarracenos y piratas. Que el puerto de Oia era suficientemente seguro para cobijar naves fondeadas lo demuestra que a pesar del mar de fondo que observamos en la foto, con olas de tres a cuatro metros, ofrece un fondeadero en relativa calma, suficiente para aquellas naves que hoy consideraríamos barcas. Que la posición del Monasterio es estratégico parece evidente, y que es muy probable ya fuese así en época romana también, los abundantes restos de esta etapa,  por toda esta costa y su importancia defienden esta propuestaFoto 62: G.P.H









El puerto de Oia en la actualidad, su moderno espigón protege la ensenada de
los embites del mar, una costa tan abierta y peligrosa que en el invierno no da
cobertura a ninguna embarcación. En el pasado el puerto natural terminaba en
una playa de arena sobre la que se varaban las embarcaciones. Al recibir naves
más grandes, éstas fondeaban frente a la playa, pero sólo lo harían en los
meses de verano, cuando los navegación era más factible. En la Edad Media
se construyó un malecón que cerraba el centro de la cala, protegiendo un área
de unos 8.000 m².
 Foto: G.P.H.
    Este puerto debió tener una actividad importante en la Edad Antigua y Edad Media, el tamaño de su cala lo convirtió en el puerto/fondeadero de este tramo del litoral tan duro y abierto. Los abundantes restos de época galaico-romana en todo el entorno posibilitan defender esta propuesta, muchos son   desconocidos para el gran público, pero poseen una gran importancia por cantidad y calidad. El hecho mismo de la ubicación de todo un monasterio en la misma orilla del puerto, el único de la Orden cisterciense con esta ubicación y al que se le permitió poseer baterías de costa para proteger el puerto y la navegación costera durante siglos, por lo que sus miembros fueron bautizados como "monjes artilleros", nos están diciendo que no es fruto de la casualidad histórica, sino que está recogiendo una tradición portuaria de cierta importancia en la Antigüedad, es la constancia de que Oia fue puerto en la abundante navegación de cabotaje en aguas costeras del Atlántico europeo y al mismo tiempo fue objeto de ataques violentos.
Vista sur del Monasterio, sobresale su torre barroca y  la Iglesia gótica cisterciense, pero con fachada barroca. Al fondo se extiende la costa litoral con los campos de cultivo divididos y cerrados por muros. Foto. G.P.H.
    La existencia y uso del puerto de Oia es algo históricamente comprobado, al menos desde el siglo XII pues la fecha de fundación del Monasterio data de 1137. Del trabajo de Carmen Manso Porto, El Monasterio de Santa Mª del Real de Oiaresumimos los siguientes datos: el monasterio tuvo barcos y acondicionó el puerto con un espigón o malecón que todavía es visible en marea baja, sus muros cerraban la cala dejando una estrecha puerta de acceso que se cerraba con redes o madera para usar como sistema de pesca con los cambios de marea. El recinto portuario era conocido como "camboa", protegía a las embarcaciones de pesca y transporte y frenaba el embate de las olas, en una costa realmente realmente dura en el invierno.

Análisis del puerto de Sta. Mª de Oia a través de ortofoto de PNOA, del Instituto Geográfico Nacional de España. Interpretación y montaje: G.P.H.



    Los diferentes reyes que concedieron privilegios al Monasterio siempre obligaron a los monjes cistercienses a proteger  toda su costa. De hecho en 1337 y más tarde en 1351 existe una tropa reglada y se exime a los vasallos de Oia de trabajar en las obras de otros castillos cercanos (Entienza y la Guardia) para que puedan atender la defensa de su costa así como quedar exentos de las levas. Se obligaba también a todos los vecinos implicados a hacer guardia permanente en puntos estratégicos de la costa, como el Arrabal, Brandariz, río Oxos o Osos (recibe este nombre según Tamuxe y Agustín Alonso por que los vecinos solían tirar en este regato los animales muertos) y otros lugares cercanos, entre los que sin duda se hayan estas atalayas de altura, que permitían controlar muchas millas del horizonte marítimo. Hacían centinela día y noche dando la voz de alarma cuando en el horizonte advertían la presencia de un barco sospechoso. No sabemos si este proceder fue heredado de etapas pasadas, pero los indicios arqueológicos parecen ir en esta dirección.

 Sabemos que en 1580 la compañía del Coto de Oia disponía de 41 arcabuces y 136 picas, guardadas en el propio monasterio y que eran usadas cuando había peligro o ataques de corsarios, muy frecuentes en el siglo XVI y XVII, desembarcos que sólo se podían hacer en la cala de Oia, pues toda la costa es muy rocosa.

Panorámica de la costa de Oia, con el Monasterio presidiendo la cala, el único puerto-fondeadero seguro en este tramo de costa, junto al de Mougás. Se aprecia como la cala que preside el Monasterio se adentra unos 500 m respecto del resto del borde litoral  Foto: G.P.H

   Debido a que el mar traía estos peligros frecuentes provocó que el Monasterio se dotase de cañones, la artillería se remonta a 1618 y ya en 1621 disponía de siete piezas para la defensa del puerto, aumentando   una más siendo abab Don Rafael Calderon entre 1629 y 1632, cuando una nave portuguesa, el San Pedro de Pernambuco procedente de Brasil con destino a Viana fue acosada por piratas moros hundiéndose finalmente cerca del monasterio. Los monjes ayudaron a la tripulación y días más tarde consiguieron recuperar cinco piezas de artillería y otros pertrechos, en agradecimiento la tripulación les regaló una de las piezas (Fr. Yañez Neira : El Monasterio de Oya y sus abades, 1974).
 Algo parecido se repetería un siglo más tarde, nos dice la doctora Carmen Manso,  los dos cañones más grandes se los regaló al monasterio un capitán inglés en 1761 por haberles dado asilo en el puerto y  monasterio.

Barcos turcos s XII a XIV. Fuente: miniaturas alfonscanovas.blogspot.com
   De las frecuentes intervenciones defensivas del monasterio, destaca las ocurridas entre marzo y abril de 1624, cuando tuvo una valerosa actuación en sendos ataques de corsarios turcos contra buques ingleses, franceses y portugueses que buscaron refugio en el Monasterio al ser perseguidos por los turcos. En una de estas acciones los vecinos y monjes de Oia consiguieron rescatar a los tripulantes pero no los barcos, pero después de muchos disparos con los cañones, consiguieron impactar contra la nave capitana corsaria, haciendo huir a las cuatro restantes. Por estas acciones Felipe IV le concedió el título de "Sta. Mª del Real" y sus monjes fueron conocidos como "monjes artilleros".
Carta náutica de 1583 de la colección Puertas-Mosquera, muestra la costa desde cabo Finisterre a Camiña. En ella se resaltan los puertos, fondeaderos, batimetría y pueblos destacados de la costa de Galicia. En el círculo rojo se marca el Monasterio de Oia, en la costa entre Baiona y el Miño, a destacar que el cartógrafo hace incidir uno de los 32 vientos que parten de la Rosa de forma directa sobre este puerto, por lo que estaba perfectamente integrado en los derroteros marinos de la Edad Moderna, continuando una tradición que venía desde el mundo antiguoFuente: Gonzalo Fuentes Martínez, del libro Hasta el confín del mundo: Diálogos entre Santiago y el mar. pag. 226. Museo do Mar, Alcabre, Vigo 2004.









      La primera mitad del siglo XVII fue una etapa de mucha inseguridad en la navegación de cabotaje, los ataques de corsarios ingleses y berberiscos eran frecuentes por lo que las costas de Oia vivían con relativa frecuencia esos asaltos navales, a veces por estar a varias millas de la costa no intervenía de forma directa, pero si atendía a los náufragos y supervivientes de aquellos ataques. Por ello en 1623 el Monasterio presentó al rey Felipe IV una queja sobre los cuantiosos gastos en pólvora y munición que le causaba su obligación de protección de este tramo de costa. Un tema recurrente que se repite con cierta frecuencia pues los abades del monasterio se quejan de que no son ellos los responsables del pago del coste de la defensa, de ahí que remitan en varias ocasiones peticiones al Rey o al Capitan General de Galicia, recordando la obligación de los vasallos y vecinos de esta costa presten sus servicios en la vigilancia costera. En una de las notas del trabajo sobre el monasterio del fraile D. Francisco Yañez Neira podemos leer lo siguiente referente a las fortificaciones del siglo XVII en Galicia: [ Monasterio de Oya: " a dos leguas de la Guardia está el monasterio de Oya que es de monjes Bernardos y en el un puertecillo de poca consideración, tiene aquel convento una compañia de sus vasallos de las ducientos y cincuenta hombres armados, y esta por cuenta del capitán Santiago de Brandejo, que reside en Bayona el socorrerle, tiene un reducto con siete piezas de fierro encavalgadas, que está arrimado al puerto y ceñido al mismo monasterio, y tira la mayor cuatro libras de bala, y algunas veces se hacen arrimando allí navichuelos de moros y se defienden con dicha artillería y cuando hay necesidad se les envía artilleros de Bayona"] (A.H.N., códice 60-B,fol. 18. Servicio Histórico Militar, notas al libro de la colección Aparici). 

   Parece claro que ya en el siglo XVII, posiblemente desde el XVI, el puerto de Oia fue quedándose pequeño para naves cada vez más grandes, convirtiéndose en un puerto secundario y auxiliar en la navegación de cabotaje a largas distancias. Seguía, eso sí, siendo importante a nivel local, tanto en lo relativo a la pesca como al comercio local a medias y cortas distancias entre los puertos de la costa gallega y portuguesa.
   Durante el siglo XVIII en el libro denominado de la Unión se habla del reiterado intento de los monjes por librarse del peso de tener que servir la batería, pero la Corte siempre insistió que era obligación del Monasterio.
   Pero estas noticia de ataques no se dieron sólo en la Edad Moderna, durante la Edad Media también fueron frecuentes las incursiones sarracenas desde el siglo VIII. Con la conquista musulmana de la Hispania visigoda sabemos que las costas de Galicia fueron sometidas a frecuentes saqueos y razzias, además de por tierra, por vía marítima, por lo que las costas de Oia sufrieron esos envites.
   No lo contaré ahora, ya que será motivo del último capítulo, pero precisamente en el origen del Monasterio de Oia se mezclan historia y leyenda, relacionada con estas batallas entre cristianos y moros, sólo adelanto que esa leyenda que narra el tumbo pequeño del Monasterio de 1739 es muy interesante porque, desde mi punto de vista, recoge una leyenda anterior a estos conflictos, y me recuerda, por sus semejanzas, a otra presente en la zona del Condado y que relaciona, como ésta, dos castros supuestamente enfrentados.
   Más atrás en la Historia, tenemos una interesantísima referencia recogida en el Chronicon de Hidacio, obispo de Chaves, la Aquae Flaviae romana, durante el siglo V d. C., nos cuenta en su libro los acontecimientos que le tocan vivir en ese siglo tan convulso, en el que se produce el fin de una era al desmembrarse lo que antaño fuera un gran imperio, el proceso de invasiones e inseguridad del que es testigo, le lleva a decir en el inicio de su crónica sobre las conquistas bárbaras en Hispania:

[...Incluso las madres se alimentan de los cuerpos de sus hijos muertos o cocidos por ellas mismas. Las bestias, acostumbradas a los cadáveres de los muertos por la espada, el hambre o la peste, acaban con los hombres mas fuertes y, cebadas con sus carnes se lanzan a la destrucción del género humano. Y así, con las cuatro plagas, la de la espada, la del hambre, la de la peste y la de las fieras, que asolan el orbe entero, se cumplen los presagios anunciados por el Señor a través de sus profecías...].crónicas 46 y 48. Hidacio.

   Nos relata Hidacio que en el 445 las costas de Turonio, ese territorio medieval, con origen probable a principios de ese siglo o finales del IV, y que comprendía todas las tierras del Bajo Miño, por lo tanto, toda la sierra de La Grova y esta costa de Oia, sufrió el ataque de los vándalos, que desembarcaron en el puerto del Turonio territorio. Planteo que ese puerto pudo ser muy bien el de Oia (manteniendo su tradición portuaria desde la Antigüedad), descartando el enclave de Baiona, que aunque estaría dentro de las tierras de Turonio no está en el Bajo Miño, y el de La Guardia no tuvo importancia hasta siglos muy posteriores. Los vándalos arrasaron toda la zona, que como vemos en el mapa de distribución de pueblos germanos había quedado en los márgenes fronterizos de la ocupación sueva, habitada fundamentalmente por  hispano-romanos o galaico-romanos, llevándose familias enteras como esclavos y quemando todas las casas e iglesias. En su trabajo, De los vándalos a los suevos en Galicia, Jorge L. Quiroga y Mónica R. Lovelle nos dicen: [...En el 445, serán los vándalos —ya instalados en el norte de África  los que atacarán las costas de Galicia. Desembarcarán en el puerto de Turonio (entendido este término como territorio y no como ciudad), lugar que según las fuentes escritas medievales se sitúa en el bajo valle del Miño, no lejos de Tui. No olvidemos que Turonium forma parte del Conventus Bracarensis, aunque esté situado al Norte del Miño].
   El profesor D. Manuel Fernández Rodríguez, en su tesis sobre Turonium, comenta que en el parroquial suevo del 569 se citan las parroquias que pertenecían a la diócesis de Tui, figurando Turonium como una de ellas, lo que le hace suponer que una parroquia llamada así daría nombre a todo el territorio durante la Edad Media. Sobre su posible localización plantea dos posibilidades, la primera se correspondería con la actual parroquia de Burgueira donde hallamos el topónimo de "Torroña", una localidad célebre por sus curros, en el interior de la sierra de la Grova, coincidiendo con Flórez, Ávila, Sampedro, Lacueva, y Dominguez Fontenla y donde se encuentra el monte Castelo.


Monte do Castelo en Torroña, restos de un atalaya defensiva o castillo altomedieval en el interior de la sierra de La Grova. Fuente: Ortofoto PNOA, del Instituto Geográfico Nacional.







   El otro candidato es "Torroña" en el municipio de Entienza, parroquia de Salceda de Caselas.
Trozo cerámico en A Cividade. Foto: G.P.H.
Resto molino navicular en A Cividade
Foto: G.P.H.

   A favor de la primera está su proximidad a la costa, apenas 4 km en línea recta y  más acorde con la referencia de Hidacio, que habla de la llegada de los vándalos a las costas de Turonio. Existe en las cercanías de Torroña evidencias de un castillo, en el monte Castelo y un poblado galaico-romano o tardorromano en el monte de "A Cividade", en el barrio de O Campo en Burgueira, a tan sólo 4 km en línea recta del puerto de Oia. Se trata de un gran asentamiento de más de 2 h, a 250 m de altura, el más grande de toda esta zona de la sierra de la Grova, y cercano a las explotaciones auríferas de la zona, de aspecto tardorromano o incluso altomedieval, por desgracia muy alterado por labores agrícolas a lo largo de los siglos que han provocado la desaparición de posibles muros y fosos y zona de hábitat; aun así, en su superficie, es apreciable pequeños restos de cerámicas de aspecto tardorromana y medieval, un buen indicio para empezar, y que podría ser un buen candidato para la posible ubicación del Turonium localidad de las fuentes antiguas.
Resto cerámico en A Cividade. Foto G.P.H.

   A favor del segundo, según D. Manuel, Ávila y Lacueva, parece ser que existía un castillo en época medieval asentado en un collado llamado Toroña, forma fonética más ajustado al Turonium  de los últimos documentos medievales; en su contra, y no es cuestión menor, es su posición más alejada de la costa.

   Años más tarde, durante el siglo VII, en época visigótica, la "Vita de San fructuosi" nos cuenta que cuando se acercaba el final de sus días, el santo llamó mandar a su siervo, llamado Dicentio, y lo ordenó abad del monasterio que tenía en Turonium. Dice D. Manuel, que no se sabe con certeza donde estaba este monasterio, pero se supone que en San Pedro de Cela, en Mos, pues la Crónica Compostelana dice que allí hubo uno fundado por San Fructuoso. Pero aquí hay que señalar que, en los orígenes legendarios del Monasterio de Oia, dicen las crónicas que en el siglo VII San Fructuoso fundó un monasterio a orillas del mar, denominado Monasterio Peonense y que justo después fundó otro en unas islas cercanas, en referencia a las islas Cíes. Por lo que aquí leyenda y realidad histórica parecen coincidir, por lo que no se podría descartar tal posibilidad, incluso este relato no comprobado históricamente establece esa relación entre Oia y las islas Cíes, vinculándolas a la Iglesia, como así se daría siglos más tarde.


   Mi opinión coincide con la de estos autores que consideran que el primer candidato es el que tiene más posibilidades de ser el núcleo originario de esta tierra de Turonium, no sólo por que está pegado a la costa, sino porque la referencia de Hidacio se remonta al siglo V, en plena época de invasiones del Imperio Occidental, por lo que si hubo un asentamiento que dio nombre a esta Tierra, tiene por fuerza que tener un origen altoimperial y más que un castillo altomedieval debería corresponderse con un tipo de asentamiento anterior, y en Burgueira existe esa posibilidad.
   No podemos obviar que la sierra de la Grova, además de ofrecer un espacio agrario y ganadero poseía minas de estaño y oro, que venían siendo explotadas desde época romana y anterior, pero que bien pudieron tener continuación en siglos posteriores (de hecho sabemos que la casiterita se explotó hasta los años 50 del siglo pasado), lo que permitiría a un asentamiento como el de "A Cividade" tener una cierta importancia estratégica e histórica a partir de momentos tardoimperiales, cuando empezó a conformarse esa "Tierra de Toronium", sobre la base de lo que fuera una "civitates" del Conventus Bracarense. Las invasiones germanas rompieron las estructuras político-administrativas del Imperio, pero en determinadas zonas, de fuerte romanización, con una tradición potente ligada a la identidad territorial que le aportó el Imperio, resistieron la presencia sueva (es un mito que constituyeran un reino pleno en Gallaecia), aceptando una tutela meramente formal pero manteniendo en la práctica un autonomía de facto, esto permitió la constitución en el núcleo de esta zona del Bajo Miño de esta "Tierra de Turonio" en el que quedaría incluida toda la costa de Oia y la sierra de la Grova, y parte del Bajo Miño.

Situación del castro y poblado tardorromano de "A Cividade" en O Campo, Burgueira. Actualmente está totalmente transformado por labores agrícolas centenarias, pero es posible observar restos cerámicos por su superficie que delatan la presencia de este yacimiento junto a su sugerente topónimo. Fuente: ortofoto del IGN, del visor sigpag, edición G.P.H.





Muralla del castillo del Galiñeiro. Fuente: Panoramio, foto Edorado
   No solo los vándalos atacaron Galicia, los siglos finales del Imperio y los primeros de la Alta Edad Media, fueron tremendos, los hérulos, atacarían las costas de Galicia en varias ocasiones,
   Los suevos, a pesar de que se instalaron en la parte occidental de Gallaecia, no la dominaron de forma total. Las zonas más romanizadas, de más fuerte implantación de las formas romanas, resistieron de manera semi-independiente, una de estas áreas fueron las Rías Bajas, por ello los suevos intervendrán, en esta zona, contra los "aunonenses", una diócesis de Tui que aparece en el parroquial suevo de 569 con el nombre de Aunona, sin  identificar de momento, pero se sospecha que ubicada en el Bajo Miño. Tras tres años de enfrentamientos y conversaciones se llegó a la firma de la paz. Para adentrarse en el conocimiento de esta etapa ciertamente oscura es aconsejable el libro de Pablo C. DíazEl reino suevo (411-585). Akal. 2011.
a
Principales zonas de poblamiento germánico (Keay, 1988, 185), extraído del magnífico  trabajo: La Iglesia y los estados bárbaros en la Hispania del siglo V (409-507) de Purificación Ubric Rabaneda.











    Con este panorama de violencia entendemos la proliferación de castillos y fortalezas, la reutilización de los viejos castros (Tecla) y su puesta al día para refugiarse de esta inseguridad generalizada, incluso la creación de nuevas formas defensivas, como la construcción de grandes fortalezas-refugio en las cercanías de la costa, entre 5 a 30 km al interior, que no parecen presentar un hábitat permanente y que funcionarían para dar protección a los habitantes de la región del Bajo Miño y su contorno ante invasiones y razzias.

Faro de Budiño. Porriño.
   Claros ejemplos serían el Faro de Budiño en Porriño con sus moles graníticas constituyendo una fortaleza natural que permite una visión espectacular de todo el valle del Louro, Portugal, parte de la cuenca del Miño, interior del Condado e incluso se ve la desembocadura del Miño y el Tecla, así entendemos su topónimo, le va como anillo al dedo; o el castillo del Galiñeiro, con sus muros ciclópeos, según el profesor Manuel Fernández Rodríguez el posible castillo de Santa Helena, citado por los documentos medievales que mencionan la Tierra de Turonio, aunque, tal vez con más acierto, el arquitecto vigués Jaime Garrido, en su completa obra Las Fortalezas en la antigua provincia de Tuysitúa el castillo de Santa Helena en el monte Castelo en Camos, por lo que desconocemos el nombre de la fortaleza del Galiñeiro, pero seguro es contemporánea de la enorme fortaleza del monte Aloya, con sus murallas ciclópeas de más de 3 km de largo  y 30 ha que daría protección a la población del valle del Louro y del Bajo Miño junto con sus animales.
Tramo  de muralla ciclópea del Aloya. Fuente: Panoramio,foto: angelorum
    Se ha calculado que para cubrir la extensión de la primera muralla se necesitarían al menos 1.500 personas, y su recinto podría dar cabida sin problemas a mas de 5.000.
   Sobre este asentamiento hay una referencia interesante recogida la magna obra: La España Sagrada del clérigo Henrique Flórez Huidobro, más conocido como el Padre Flórez, un clérigo ilustrado del siglo XVIII (1701-1773), que llegó a publicar 29 volúmenes de la historia eclesiástica española, en la que su principal valor son los documentos originales a los que tuvo acceso;  en su tomo XXII, capítulo I, sobre la Iglesia tudense escribe:
El Padre Flórez. Wikipedia

    ["...En este ameno Valle pone Sandoval (folio 4) el primitivo sitio de la Ciudad (Tui). Pero el mismo cita en el (folio 1o8) una Escritura del fin del Siglo XI que dice estuvo en lo alto: " venitur in Castrum et ad montem Aloye ubi fuit Civitas antiquitus condita".   ("y se viene al castro y al monte aloya donde antiguamente fue fundada una ciudad")
     En el (folio 5)  refiere Sandoval los vestigios de antigua población en lo alto de la Sierra con muros de media legua en contorno que tienen Cubos y se ve donde estaban las puertas todo fortísimo Conocense cimientos de edificios y persevera en medio una Ermita dedicada al Martir S Julian no muy antigua pero tiene dice piedras de Jaspe preciosas que se trageron de fuera por no haber alli tales canteras...].

    Estaríamos aquí ante una fortaleza cuyos orígenes se hallan en la Prehistoria pero que seguramente tuvo su momento álgido partir del siglo IV-V con la invasión sueva y las posteriores guerras con los visigodos, para continuar dando protección contra los ataques normandos y musulmanes a partir del siglo VIII, de ahí que se le fueran añadiendo nuevas y más largas murallas, para ampliar su recinto y dar cabida a más vecinos de estas tierras del sur de Pontevedra.

   Fue aquí donde el gran historiador Adolf Schulten situó el mítico monte Medulio de las guerras cántabras, pero no parece probable que este área tuviese papel alguno en esa guerra, pues sospecho que estaba ya pacificada e integrada al mundo romano desde hacía décadas, antes incluso que la expedición de César del año 61 a. C., precisamente por ser un área costera partícipe de un comercio marítimo de cabotaje desde hacía siglos.

   En otras zonas del litoral gallego ocurre algo similar, así en Carnota, en la conocida Torre dos Mouros, excavada en varias campañas, dirigidas por Antón Malde, sería una fortaleza similar a estas del Bajo Miño. Situada a elevada altura, 300 m, cercana a la costa, con buena visibilidad y un área de 2 ha protegida por varias líneas de muralla, semejantes a las del Aloya.
Fortaleza de "Torre dos Mouros" en Lira, Carnota, otro ejemplo de la dispersión de este tipo de poblados que daban protección a los habitantes de la costa, en unos siglos, IV-V-VI / VIII-IX-X, de gran inseguridad. Por todo el litoral de Gallaecia se repiten los mismos fenómenos, pues estuvo sometida a los mismos procesos históricosFuente: Página Web Proxecto "Torre dos Mouros" promovido por el concello de Carnota, la magnífica foto obra de Soledad Felloza.

   Con este panorama llegarán los visigodos en el 585 y conquistarán el reino suevo, las batallas finales en 587, se sospecha, se realizaron de nuevo en esta Tierra de Turonio, afectando por tanto a las costas de Oia y a su interior; los suevos serían derrotados al caer Tude (Tuy) y el resto de castillos y fortalezas del interior, como los repartidos por la sierra de La Grova (y allí los visigodos acuñarían moneda celebrando la victoria, tanto en Tui, como posiblemente en Turonio, pues se localizó una moneda con la ceca de "Tornio", aunque algunos historiadores no compartan esta  identificación).

   Sabemos que los musulmanes, a partir del siglo VIII, realizaron numerosas expediciones de castigo y botín a esta región del norte, el mismo Almanzor pasó por estas tierras, cruzando el Miño por Tui, y dirigiéndose a Santiago por la costa, las fuentes musulmanas citan un tal "val venut", que para el profesor Manuel Fernández pudiera ser el vecino valle Miñor. No sólo atacarían por tierra, también por mar, y ahí Oia y Mougás, como otros lugares del litoral gallego, debieron sufrir las consecuencias.

   Una de las citas del libro Los puertos del rey de Jesus A. Solórzano dice: [Los saqueos de la costa cantábrica por los sarracenos están documentados en la Historia Compostelana hasta el siglo XII: "los de Sevilla, los de Saltés, los Castellenses, los de Silves, los de Lisboa y otros sarracenos que habitaban en las costas desde Sevilla hasta Coimbra, acostumbraban a construir naves y viniendo en barco con gente armada devastaban y saqueaban las regiones costeras desde Coimbra hasta los Pirineos, a saber: Portugal, Morrazo, el territorio de Salnés, Postmarcos, Entines, Nemancos... y otros pueblos marítimos de Asturias y tierra de Santillana. Principalmente asolaban la costa que está próxima al territorio de Santiago y sus alrededores... Destruían por completo las iglesias, demolían los altares...Así, los campesinos del litoral del Océano abandonaban la costa desde la mitad de la primavera hasta mediado el otoño o se escondían en cuevas con toda su familia" -ed. cit., pp. 244-245-.]
   

   Es interesante comprobar como coinciden las fechas con los mejores meses para navegar por estas aguas, como pasaba desde la Antigüedad. En el relato que realiza en su Historial de Oya el clérigo Juan Rey Iglesias, una obra sobre la historia de Oya que fue publicando por capítulos en la revista de principios del siglo XX El semanal del Tecla, 1915- 917, extractamos los siguiente referido al Castelo y su  fortaleza:

[... "El que estas líneas escribe bien acompañado de maestros en el arte de orientarse sobre las antiguas construcciones pudo ser informado de que allí, sobre el Castro, que quiere decir castillo irguiose en tiempos de los benedictinos una elevada torre de seis metros de ancho por sesenta de altura, cubierta de ancha terraza y rodeada de almenas. Desde aquella elevación podían perfectamente los religiosos comunicarse con el Monte Real de Bayona y el Santa Tecla de La Guardia, asegurando escritores de gran nota que por medio de convenidas señales se avisaban los vecinos de los lugares o fortalezas indicadas, sobre el arribo de piratas moros a las costas de Galicia para dedicarse a sus fechorías, de las que hablaremos más adelante cuando entre pormenores sobre la villa de nuestros encantos. Al pie del castillo de referencia y como cobijado bajo la sombra de dicha mole levantaron los religiosos una dependencia relacionada con el monasterio de Loureza y el servicio de la capilla de S. Sebastián"....].


   Es evidente que no hay contacto visual con Baiona y que no debió existir tal torre de 60 metros, pero si es probable que las fortalezas se comunicasen visualmente mediante señales, humo, fuego, espejos o mediante sonidos, de tal forma que la noticia de cualquier peligro llegaría a esas plazas con suficiente antelación.

   A los musulmanes se les sumó además en estas fechas del siglo IX, X, XI los ataques de los normandos (vikingos), que cada verano asolaban Galicia. Aunque en algún caso como el de 844 fueron derrotados por un conjunto de fuerzas de nobles gallegos, su sola presencia en el horizonte marino era suficiente para estremecer a los habitantes, pues sabían perfectamente que podían esperar. En 851 volvieron a atacar, fueron rechazados en Santiago, pero arrasaron la costa sur de Galicia, por lo que seguro tocaron estas tierras. En 951, 964 y 968 realizaron nuevas expediciones de ataque, en esta última llegaron a permanecer en tierras gallegas 3 años. En 1015 reaparecerían otra vez y entre los lugares que sufrieron sus ataques se encuentra Tui, que fue cogida por sorpresa arrasando la ciudad, muy probablemente aprovecharon para asaltar toda la costa y el Bajo Miño.

   Ya vimos como el Monasterio de Oia y toda su costa vivió una Edad Moderna muy insegura con constantes problemas ligados a la navegación costera, con enfrentamientos frecuentes entre el Reino de España y Gran Bretaña, Holanda y su vecino Portugal. Oia poseía grandes cotos en Portugal y serán continuas las disputas por tratar de mantener sus antiguos privilegios en ese Reino.

 Con este clima bélico e inseguro, cobran sentido estas atalayas-fortalezas, que cumplirían una función defensiva que se prolongaría siglos por tener una ubicación estratégica y privilegiada, por lo menos hasta la Alta Edad Media. Hoy nos cuesta entender la sucesión de estos hechos y su relación con los restos que tenemos delante, especialmente por que hoy estos lugares parecen solitarios y sin vida, pero cobran sentido cuando se va desmenuzando poco a poco su historia secreta y escondida tras el paso de los siglos, sólo tenemos que abrir bien los ojos y prestar atención a lo que el paisaje encierra a lo largo de siglos de historia.

El Monasterio de Oia, no se puede negar que el monasterio nació con un vocación clara: vigilar el mar, lleva haciéndolo casi un milenio. Foto: Marta G. Brea



 A partir del siglo XIX el mundo cambió y esto afectará también al Monasterio y su comarca. La invasión francesa de la que la costa oiense fue testigo, pues los franceses desembarcaron en sus dos puertos de Oia y Mougás sufriendo sus desmanes los vecinos y el patrimonio. La construcción del Estado liberal con la desamortización puso fin a los años de gloria de este Monasterio y de todo su coto, a partir de ahí el edificio corrió desigual suerte, vendido al mejor postor fue cambiando de manos y de dueños.
Dependencias adyacentes del Monasterio. Foto: Marta G. Brea

   En 1870 es vendido a un vecino de Madrid Fernando Fernando Casariego, éste lo vendió al poco a Bernardo Alonso y hermanos, naturales de La Guardia; ya entonces el estado del Monasterio era lamentable  pues lo habían incendiado intencionadamente por los problemas derivados del cobro de los derechos de los foros que provocaron largos pleitos hasta su definitiva supresión; incluso los restos del monasterio estuvieron a punto de desaparecer vendido piedra a piedra como cantera.


 En 1910 se lo alquilan a los jesuitas portugueses que inician la labor de restauración y acondicionamiento. Entre estos jesuitas, residió aquí, el Padre Eugenio Jalhay, eminente arqueólogo que se dedicará a recorrer los montes de Oia localizando cientos de petroglifos, estudiando el castro de A Forca y el del Tecla e impartiendo clases en el colegio jesuita de La Guardia.

Vista desde el norte, al fondo el Alto do Castelo. Foto Marta G. Brea









detalle de la pila pétrea reutilizada, sin
poder precisar a que época pertenece.
 Foto G.P.H.
Pila reutilizada en un muro de una finca en las
proximidades del Monasterio, en Oia
. Foto: G.P.H.
   En 1932 se produce el desahucio y expulsión de los jesuitas, y el Estado lo incauta de nuevo, quedando el alcalde de Oia a su cargo; es este el periodo más duro para el Monasterio pues sufrirá los saqueos continuos, usado como vulgar cantera, tejas, maderas, labras y esculturas pétreas irán desapareciendo.
Posible lagar romano o medieval localizado en Oia en las próximidades del monasterio, oculto por un manto de silvas. La riqueza patrimonial de Oia es innegable. De momento no puedo precisar si este resto apareció al realizar la ampliación de la carretera o si fue trasladado ahí desde otro lugar. La pila rectangular esta realizado sobre una piedra de varias toneladas, y presenta un pequeño canal en uno de los lados superiores y un agujero de salida en una de las esquinas inferiores de la pila. Se halla situado al lado de la carretera PO-550 a su paso por esta localidad. Fuente foto: G.P.H.

Lápida abacial localizada en un alpendre, en el Arrabal Oia.
Fuente
: Faro de Vigo 9-04-13,  Foto: Ricardo Grobas
A esta triste historia se suma la Guerra Civil, convertido en cárcel para republicanos, llegó a albergar cerca de 4.000 presos, en unas condiciones terribles, de hambre y penalidades, dejando muchos de ellos sus recuerdos sobre las paredes de esta improvisada cárcel. Al acabar la guerra, su antiguo propietario lo recupera, pero continúa su abandono.



Calendario dibujado por un preso en 1939, durante su estancia carcelaria durante la Guerra Civil. La mayoría de los presos procedían de Valencia, Mallorca y Cataluña. Foto Marta G. Brea







Restos de la pinturas en las paredes realizadas por los presos en su obligada estancia en la improvisada cárcel-monasterio. Recuerdo del drama vivido hace ya más de setenta años. Hoy son  ya restos históricos que habría que proteger. Los supervivientes de este presidio recuerdan con amargura una estancia muy dura, muertos de hambre y frío. Su obsesión era marcar los días sobre las paredes, esperando con gran angustia su liberación. Desgraciadamente para muchos de ellos nunca llegaría pues terminaron fusilados en las cunetas de Camposancos. Fotos: Marta G. Brea. G. P. H.
En esta perspectiva se comprueba como el Monasterio de Oia se levanta desde un principio pensando en el océanoFoto: G.P.H.


    A mediados de los años cuarenta los herederos de los Alonso lo venden a los hermanos Bouso, naturales de Lugo pero residentes en Madrid: D. Gabriel Bouso, cura presbítero, abogado y prelado doméstico de su santidad y D. Daniel Bouso, un importante empresario cinematográfico. Su situación entonces era lamentable, lleno de silvas, las techumbres totalmente desaparecidas, sólo paredes desnudas y restos de incendios por sus salas arruinadas.
Monasterio de Oia, cocina. Foto: Marta G. Brea

  Con esta situación de ruina, los Bouso llevaron a cabo una importante labor de restauración. Precisamente la necesidad de madera para las techumbres le lleva a D. Daniel Bouso a adquirir la finca "El Bosque" al ingeniero tudense D. Rafael Areses.
Escalera principal.
Marta G. Brea

Sarcófago medieval en el Monasterio. Foto Marta G. Brea








Vista del recinto trasero abierto al jardín y a la finca del Monasterio. Foto Marta G. Brea




     La finca había estado dedicada a madera, con robles hasta principios del siglo XX, siendo sustituidos después por eucaliptos por los jesuitas portugueses. Con la madera de estos árboles se reconstruyó todas las techumbres y se retejó, adquiriendo las tejas de las antiguas casetas de pescadores del puerto de Vigo  con un esfuerzo económico notable por parte de D. Daniel Bouso que llegó a residir en él 25 años junto a su esposa e hijos.

Vista desde el este. Foto Marta G. Brea.
   En 1973, D. José Gonzalez Troncoso, vecino de Tui, adquiere el Monasterio. Tuve la oportunidad de visitarlo en aquellos años ochenta del siglo pasado y recuerdo con viveza aquella primera visita, sus maravillosas dependencias con su mezcla de estilos, desde el Gótico cisterciense de su Iglesia a su refectorio renacentista con bóvedas de abanico y terceletes, con su sorprendente acústica y no me olvidaré
Vista del refectorio. Foto Marta G. Brea


Torre barroca de estilo 
compostelano. Foto: G.P.H.
 Interior de la iglesia, no oculta su pertenencia al Gótico
 cisterciense: arco apuntado, austeridad decorativa, 
 lineas puras sólo rotas por añadidos posteriores, 
retablo barroco y pinturas renacentistasFoto: G.P.H.
jamás, por el contraste brutal que suponía, de los pasillos del claustro, repletos de trofeos de caza mayor, procedentes de casi todos los continentes, y que el propietario había ido almacenado en el monasterio.
   Sus añadidos barrocos, como la torre y la fachada de la iglesia, y todas las demás dependencias, las escaleras principales hasta sus túneles de paso al patio de armas y al puerto.

Gran parte de las dependencias presentaban ya un importante deterioro.
   Hoy día, después de varios cambios de propietarios todos vinculados a bancos y corporaciones hoteleras, pertenece a la corporación Vasco-Gallega y en 2005 se aporta a la nueva sociedad Residencial Monasterio de Oia, S.A., actual propietaria y promotora de un proyecto turístico y residencial.

Bóveda de abanico y terceletes renacentista en la entrada de la Iglesia. Foto: G.P.H.


Otra con la Luna. Simbolismo prehistórico milenario cristianizado,
 traspasando las capas del tiempoFoto:G.P.H.
Una clave de la bóveda con el Sol. Foto:G.P.H.















Fachada de la iglesia del Monasterio de Oia, de estilo barroco, finales del siglo XVIII, esconde un interior gótico cisterciense, con sus arcos apuntados y la hermosa bóveda renacentista de la entrada, en cuyas dovelas podemos ver un sol y una luna, como símbolo del principio y el fin, representando el triunfo del dios cristiano, Sol y Luna que sin duda fueron los primeros astros adorados por la humanidad desde la Prehistoria, a través de mil caras y mil nombres distintos, pero todos similares en su significado. El origen del Monasterio no deja de ser incierto, la fecha oficial sería la de 1137, pero hay referencias anteriores con la posible existencia de un cenobio en el siglo VI, legendario es también la fundación atribuida a Alfonso II en el siglo IX. Sobre el monasterio publicó un completo trabajo Carmen Manso Porto en Cuadernos de Estudios Gallegos, Tomo XLIX, Fascículo 115, Santiago 2002. Foto 64: G.P.H.
Vista parcial del puerto desde la terraza del patio de armas. Foto Marta G. Brea




A Cabeciña. Foto: G.P.H.
O Castelo. Foto: G.P.H.
O Coto dos Mouros. Foto: G.P.H.
   La existencia de estas atalayas en los bordes de la sierra, sobre alturas entre 150 a 480 metros, centrados en siete kilómetros de costa parecen vinculadas a la vigilancia del mar, los puertos y el valle litoral en su zona más ancha, lugar que podía ofrecer más recursos agrarios, ganaderos y pesqueros,  lo que permitió una concentración abundante de poblados.

   Pero este desarrollo no podría entenderse si no fuese una costa abierta a un comercio y navegación costera, con origen en el "tiempo del estaño", más allá del primer milenio antes de la era y que persistió hasta la Edad Moderna, con los tiempos de la navegación a vela y cabotaje, tanto local como de medio y largas distancias.

   Sus dos puertos/fondeaderos, Mougás y Oia, albergaron naves mediterráneas de los tiempos de Homero, y de las historias de Avieno, griegos, fenicios y cartagineses pisaron esta tierra milenaria, los indígenas que poblaron esta sierra, grabaron los barcos que tantas veces habían visto fondeados, o puede incluso que fuesen los propios navegantes. Más tarde los romanos inundaron el Atlántico con sus galeras y onerarias, barcos con esloras de entre 9,5 a 35 metros, podían sin problemas durante el "mare apertum"(junio-septiembre), fondear en las dos calas de esta costa, descargando mercancía con barcazas pequeñas o varadas en las playas de cantos rodados y arena. Durante la Edad Media y Moderna este puerto estaba suficientemente asentado y formaba parte de los derroteros de los barcos que transitaban por esta costa, incluso tuvo astillero, y en sus dependencias se construyeron barcos de distintos tipos.

   Todo el litoral gallego vivió de forma intensa este proceso.  La arqueología gallega del siglo pasado negaba en parte las fuentes y los hechos, en un exceso de celo provocado, tal vez, por cuestiones ideológicas, que impedía reconocer los restos, que ya entonces se encontraban en excavaciones de poblados y de castros. Polémicas aparte sobre cerámicas griegas, hoy ya nadie puede negar una evidencia: al menos los cambios acontecidos en el final de la Edad de Bronce y la aparición de la de Hierro, que conformará la llamada cultura castreña, no se pueden explicar sin la influencia de elementos exógenos, gran parte de los cuales llegaron montados sobre naves desde el Mediterráneo.

   Es cierto que sin llegar a generar un mundo "orientalizante" como en el sur peninsular, Tartessos,  pero marcando claramente diferencias entre el litoral y el interior castreño, que explican la rápida absorción del mundo romano por parte de los pueblos que residían en la costa, especialmente los situados más al sur, un proceso que tuvo su clave en la explotación de los metales: casiterita (estaño) y oro aluvial, el motor del comercio desde al menos finales del III milenio a. C. y su apogeo durante el Imperio romano.
 Pila monolítica de Mougás, aparecida a finales del siglo XIX y 
trasladada al museo de Pontevedra. en sus paredes se grabó
la siguiente inscripción: SILI-EORINI LACVVS/HOS.estamos
 ante una pila sacrificial del s I d. C.
 Fuente Foto 65: Museo de Pontevedra

    La imposibilidad de tener datos concretos por falta de excavaciones nos priva, por el momento, de poder comprobar estas hipótesis. Pero parece evidente que la ocupación y desarrollo en época  romana de este tramo de costa es una evidencia suficientemente potente para señalar que una parte importante del comercio llegaba por  mar ( "El Comercio Antiguo en el NW", J.L. Naveiro,1991) como ocurría por otra parte en toda la zona litoral, dónde los poblados castreños y galaico-romanos presentan muchos  materiales procedentes de estas rutas marítimas: cerámicas campanienses, terra sigillatas, un tipo de cerámica de lujo de importación, tanto itálica, hispánica, como sudgállicas y africanas, ánforas, vinarias y olearia, vajillas de cristal coloreadas, cuentas de pasta  vítrea, joyas y adornos en bronce y otros







Cuenco de cristal "MilleFiori" del Tegra, proce-
dente de Italia, por vía marítima, objeto de lujo
consumido por las élites locales, Siglo I a.C.-I d.C.

Fuente: Manuel Xusto Rodríguez,  del libro Hasta
el Confín del Mundo: Diálogos entre Santiago y el
 Mar.
 pag. 59. Museo do Mar, Alcabre, Vigo 2004.

materiales. En los castros próximos de A Forca y  del Tecla, excavados en varias campañas, se han hallado centenares de piezas de procedencia mediterránea.

   Los restos romanos que se han encontrado en Oia son abundantes y de gran importancia. La pila votiva de Bouza Fariña, donde no hay realmente ningún asentamiento, fue un lugar de ritos romanos, escogido, según las hipótesis de Bouza Brey en los años 30 del siglo pasado, por un tal Silio Eorino  para realizar sus sacrificios de animales a un dios asimilado a Marte, su traducción sería pila de Silio Eorino para las víctimas. El poblado de este galaico romano bien pudiera estar en A Cabeciña o en el castro próximo de A Cividade en Mougás o en los campos que se extienden por el valle cercano. Otros restos romanos se detectaron cerca de la desembocadura del río Mougás, que pudieran pertenecer a un posible asentamiento relacionado con el fondeadero y en el que parece hubo unas salinas, según referencia del catálogo Arqueológico del Ayuntamiento de Oia.
   
    Rodríguez Colmenero tiene otra hipótesis a la hora de interpretar esta inscripción, para él, Silio
Incripción pila de Mougás.
Fuente: Hispania Epigráfica
Inscripción pila de Mougás.                  
Eorino no es
un antropónimo, el dedicante concreto, sino el dios local al que se le dedica la pila sacrificial, por ello su

 Columna romana de Moreiras en Viladesuso.
 Fuente:" Parroquia de San Miguel de Viladesuso"
 de X.Tamuxe y Agustín Alonso.1996
traducción sería: lago de las victimas de Silio Eorino. Desde esta perspectiva, Bouza Fariña sería un santuario colectivo, donde los habitantes del Mougás romano, de toda esta costa, dedicarían sus sacrificios de animales a este dios. El profesor Carlos Búa opina como Bouza Brey, para él se trata de un antropónimo y plantea los paralelos hallados en otras epigrafías señalando la posibilidad de que la forma del  nombre del dedicante pudiera ser Silio E(b)orini, cayendo la b en este caso concreto.

   En este aspecto resulta tentador pensar si existe una relación entre este nombre y el de cabo Silleiro (¿el "Aryium" de la Ora Marítima?), a pocos kilómetros de aquí,  pues  Sili + eorini ¿me pregunto si tendrá relación con Silleiro?. El especialista en Lengua latina  Jose Luis Moralejo Álvarez  me comenta que, en principio, no existe esa posibilidad etimológica, por lo que para él no hay relación entre este antropónimo y el topónimo de Silleiro [" mi opinión es que cualquier relación etimológica entre el tal SILI(VS) y el moderno Silleiro debe descartarse, habida cuenta de que el normal resultado en gallego de [l] intervocálica latina es la desaparición (cf. cal < canale), mientra que la de [ll] es la simplificación en [l] (cf. ela < illa(m); aparte de que ahí parece haber no una, sino dos palabras"].

    Estos restos son indicativos de una fuerte ocupación de esta línea de costa y de una profunda romanización de la misma, no podía ser de otra forma, el mar fue clave para estrechar relaciones con otras partes del Imperio.

      Fuera de la zona de estudio, por muy poco, han catalogado un yacimiento un tanto extraño: a media ladera en superficie inclinada, en un lugar llamado "corral das cabras". Al abrir una pista salió mucho material cerámico,  tégulas, ánforas, cerámica común galaico-romana, incluso terra sigillata hispánica procedente de los talleres del Ebro, sin indicios de casas, pero mostrando la abundancia de restos romanos en esta costa de Oia, claramente relacionados con la presencia de un puerto que sirvió para la entrada de productos llegados del mar y que luego serían distribuidos por todo el interior de la comarca.

    Está claro que esta costa seguirá dando sorpresas, y en el último capítulo, donde analizaré el conjunto de poblados de la llanura litoral, veremos que todavía quedan cosas por decir y alguna que otra sorpresa sobre la historia de esta comarca verdaderamente hermosa, que posee un patrimonio tan rico que resulta un auténtico Tesoro de Todos: disfrutémoslo y protejámoslo.

Vista del tramo costero de Mougás, Pedornes y al fondo la bahía de Oia. El valle asentado sobre el glacis de erosión desciende en pendiente hacia la costa rocosa, en el pasado las viviendas se concentraban justo en las partes altas del valle litoral, igual que los poblados castreños y galaico-romanos. Hoy la presión urbana hace que se extiendan hacia la zona más llana de la costa, alineándose a lo largo de la carretera nacional, PO: 550, entre Baiona y A Guarda. La foto está sacada desde el alto de "A Campá", el Sr. Cuevas, vecino de Mougás, al que agradezco sus informaciones y amabilidad, me comentaba que aquí, en los tiempos de los "antiguos" tocaban la campana sus moradores para avisar del peligro, una leyenda que se remonta, tal vez, a época antigua o medieval, en la que quedó fijada esa  percepción de los peligros que llegaban del mar. De nuevo las alturas son percibidas como puntos de vigilancia costera que permitían por tanto avisar con cierta antelación (desde esos puntos situados entre 300 a 500 m de altura se controla decenas de millas de horizonte marino), para que las comunidades del valle pudiesen buscar protección, escapando hacia las fortalezas del interior, con sus ganados y pertrechos más preciados. Los documentos y crónicas de la Alta Edad Media (Hidacio) nos muestran  ejemplos de ataques a las costas gallegas, de las que Oia no se libró, vándalos, suevos, visigodos, normandos (hombres del norte fueron llamados estos vikingos, auténticas fieras provenientes del mar), sarracenos, francos  y anglos atacaron estas tierras a lo largo de unos siglos duros y complicados para sobrevivir, no extraña por tanto que en los poblados se levantasen grandes murallas y fosos, sistemas defensivos que caracterizan los castros y atalayas y que nos dicen que la Edad Antigua, Media y Moderna se caracterizaron por vivir una "sociedad hostil", grupos enfrentados por el territorio y por sus bienes, en la que nadie tenía garantizada su seguridad y su vida. Si no somos capaces de entender esta cuestión no podremos comprender los restos del pasado que salpican el paisaje, éstos nos hablan callados del drama y la dureza que caracterizaron aquellas sociedades que vivieron desde la Edad de los Metales a la Moderna, y explican su evolución  desde las sociedades guerreras a la aparición de la sociedad feudal, el paisaje de alguna manera refleja una parte de esta realidad, sólo hay que escucharlo y prestarle atención. Foto 66: G.P.H.

NotaTrabajo realizado a lo largo de los meses de diciembre, enero, febrero, marzo, abril y mayo de 2012-2013. Durante los pocos días secos disponibles este invierno, para la divulgación del patrimonio histórico sin ánimo de lucro. Quiero agradecer a todos los que me han permitido emplear medios gráficos y mapas para ilustrar esta entrada, de todas formas si alguno no está conforme, puede ponerse en contacto a través del propio blog para proceder a su retirada y sustitución. Todas mis fotos y gráficos son para un uso abierto de todo aquel que lo necesite y le interese, siempre y cuando no sea usado con ánimo de lucro y se nombre su procedencia. Saludos a todos y gracias. 

Autor: G.P.H. by Cirroestrato para "Masquepetroglifos" 2013.

5 comentarios:

  1. Me sumo plena y decididamente a todos los elogios de otros lectores de este trabajo y añado uno mas: ¡¡¡Emocionante!!! Me gustó nada mas empezar a leerlo pero a medida que iba avanzando ha conseguido no sólo que me gustara sino que me acabara emocionando. Magnífica la información gráfica. Muchas gracias por brindarnos este trabajo cuya referencia acabo de incorporar a mi bibliografia. Gracias a él, la cultura gallega es más.
    Yo soy de la Costa de la muerte y estoy empezando a interesarme por el pasado histórico y prehisórico de esta zona y me gustaría encontrar algo parecido a esto en relacion con la misma. Es cierto que accedí alguna bibliografia mediante la cual estoy iniciando mis pesquisas pero no acaba de satisfacerme. Si buemente puede y lo desea, le agradeceria cualquier información, consejo o sugerecia al respecto.
    Mi e-mail: xtsantos@mundo-r.com. Reciba un atento saludo y muchas gracias.

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    1. Gracias por dedicar su tiempo a la lectura del blog y por sus amables palabras que agradezco sinceramente, me agrada poder transmitir la emoción que uno siente cuando se adentra en el estudio de la historia. En los dos primeros capítulos trato de dar un marco general válido para el desarrollo del poblamiento en el litoral costero Atlántico, por lo que muchos elementos que vemos en la costa de Oia son aplicables a toda la costa de Galicia en general, pues estuvo sometida a los mismos procesos históricos. En la costa de la muerte seguro podrá encontrar restos similares. Respecto a la historiografía es una labor de búsqueda ardua y que requiere tiempo, pero muchas veces no se encuentra la suficiente por que no la hay. El presente trabajo fue desarrollado a lo largo de seis meses de intenso trabajo, pero detrás le puedo asegurar que hay muchos años más sin los cuales me hubiera sido posible poder llevarlo a cabo.
      Le animo a que usando los medios disponibles a través de Internet se lance a investigar esa zona maravillosa como es la Costa de La muerte. En este momento me encuentro preparando un nuevo trabajo que me absorbe el poco tiempo disponible que tengo y con el que espero poder iluminar zonas oscuras de la prehistoria reciente en este rincón del NO Atlántico. Saludos y de nuevo le reitero las gracias.

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    2. Muchas gracias por su generosa respuesta. Comprendo lo prioritario de sus ocupaciones y, en todo caso, seguiré atento y espectante ante la posibilidad de poder beneficiarme de algún nuevo trabajo suyo.

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  2. Moi boas:
    O primeiro agradecerche o compartir este impresioante traballo e Felicitarte. Moitas Grazas.
    Fagoche un pequeno apunte para que verifiques, coido que na foto 9/115 visibilidade dende o Castro da Cabeciña, o curuto que marcas como Tecla, non e tal. Coido que se trata do Alto da Portela co seu Miradoiro de San Vicente e monte Torroso. O Tecla queda tapado por este monte que sae mais hacia o mar.
    Recibe un agarimoso saudo e ánimo.
    José Florencio Sánchez Rúa

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    1. Grazas polas molestias, pois agora que o dis sí é o Torroso, en canto teña un pouco de tempo reviso e corrixo, aperta e grazas polo seu tempo.

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